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Nací de un torbellino en el que volaban unos perros, unos leones, diez mil budas, tres selvas, una cascada, cientos de esfinges, un mago, una chamana, un gusano, una mariposa y una libélula, mil significantes y un significado, lo real, lo simbólico y Jerusalén. Y como el viento que arrancó las hojas rojas, verdes y azules del guanaco para crear al sagrado pájaro quetzal, quiso el torbellino que despertara el cuerpo y danzara la mente para ver nacer el mito.

miércoles, 27 de agosto de 2014

El virus

- Ministra, ¿se encuentra bien?

Una nueva nausea le vino a la boca, y, sin poderlo controlar, su estómago intentó proyectarse sobre el inodoro, sin nada más que ofrecerle que una amarga bilis, un ácido que le quemaba por dentro, y una nueva convulsión, arrojando solo angustia, para traerla de nuevo a aquella surrealista realidad.

- Ministra, conteste - increpaba de nuevo Juan Luis aporreando la puerta del aseo.

- Si, si... ya voy - se oyó del otro lado. Sin apenas fuerzas, se incorporó comprobando que, a duras penas podía mantener el equilibrio. Antes de abrir la puerta, estiró sus ropas comprobando que el vómito había salpicado su blusa. Salió como si nada hubiera pasado, fijando su vista en el espejo mientras secaba sus lágrimas con la palma de la mano extendiéndose involuntariamente el rimmel por la cara.

- Ministra... - repitió Juan Luis.

- Un momento, un momento... ya estoy.

Abrió el grifo del lavabo llevándose el agua con ambas manos a la cara, intentando mostrar el aspecto más digno posible mientras intentaba arreglar el maquillaje con las toallitas de secar las manos.

- Digale a Amalia que me traiga la otra blusa del armario de mi despacho, por favor.

- Ministra, el presidente sigue al teléfono - dijo Juan Luis extendiéndole el móvil.

- Deme, avise a Amalia, por favor. - se acercó el móvil al oído, y carraspeando, consiguió articular: - dime, estoy bien.

- Tranquila, lo entiendo - se oyó al otro lado -. ¿Estás bien de verdad?

- Si. - mintió. - No lo puedo entender, pero haré lo que sea necesario.

- Lo sé, confío en tí. Es importante que desaparezcas unos días, no estés disponible para los medios.

- ¿Sabes a lo que nos exponemos, verdad? La oposición nos machacará, la prensa, la opinión pública, y eso contando con que no pase nada.

- No va a pasar nada - la interrumpió.- Ese es tu cometido. Por el resto no te preocupes. Ningún partido va a hablar de esto, ya está controlado. Todos saben de dónde viene la orden. No hay opción. Y en cuanto a la prensa, salvo algún ruido en las redes sociales, mutis. Todas las agencias tienen los guiones de lo que se ha de contar.

Se quedó pensando. Era cierto, nada salía cuando lo controlaban desde el principio. Los casos de corrupción, los asuntos reales, el tres por ciento... 

Y empezar a maquinar sobre la influencia de las grandes multinacionales farmacéuticas era digno de un guión de Robin Cook. Cuando la OMS diera la autorización para comercializar la vacuna experimental, no probada en humanos, todo el mundo celebraría la decisión. Lo importante era que no pasara nada... y tenía que traer aquel virus letal a casa. 

- ¿Por qué nosotros? 

- Ha sido casualidad. Era importante traerlo al primer mundo. Uno de los infectados es español. No tenemos más remedio. Luego saldrán más casos. 

- Entiendo. Cuenta conmigo.

- Sin duda. Durará solo unos días. No se va a curar. Prepara todo y aprovecha para dar una buena imagen. Nos irá bien cara a las elecciones. Y descansa. Cualquier cosa me llamas.

- Claro. Haré lo que tenga que hacer. Hablamos. - y colgando el teléfono se dirigió a Juan Luis. - llama a todos, tenemos trabajo.

20140827 escrito dialogado.



La mujer de roca

Bailando en las olas.
Imagen de arena creada por Didi Rodan Sand Artist
www.didirodan.com
inspirada en este poema.
Gracias Didi.
La mujer de roca
quería ser agua,
bailar con las olas.
Pero estaba anclada.

La mujer de roca 
soñó que volaba.
Pero no podía, 
pues mucho pesaba.

El agua agrietó
su cuerpo de mármol.
El viento pulió
todos sus pedazos.

Bailando en las olas,
volando, ya llega.
La mujer de roca
se tornó en arena.

20140824 Sad Sunday






domingo, 17 de agosto de 2014

El cielo da vértigo

Estoy boca arriba,
el cielo a mis pies,
creo que me caigo,
hacia arriba, al revés.

Nada me sujeta,
mi espalda en la tierra,
y frente a mis ojos
el cielo se eleva.

Velocidad,
un nudo en mi estómago,
todo da vueltas
y sigo flotando.
Cierro los ojos,
los abro de nuevo
para sentir
que estoy en el suelo.

¿Qué son esos puntos?
Son golondrinas,
giran y giran
las muy ladinas.
Tejen su red,
me están esperando,
cuidan de mi
por si me caigo.

Caigo hacia arriba,
¿cómo puede ser?
Bajo subiendo.
El mundo al revés.
Una alfombra mágica
me lleva a través
del aire y los sueños.
Ya llego, ¿me ves?

20140810 Alcaidesa.

Tardes de verano en Andalucía

El sol en los campos,
canta la chicharra
y por bulerías
suena una guitarra.

Tinto de verano,
cazón, puntillitas,
volantes de feria,
tacón y alegría.

Tardes de verano
en Andalucía.

20140811 Cádiz

miércoles, 6 de agosto de 2014

El Dalang (parte I)

Cuenta la leyenda, que en la lejana Jogyakarta, en la isla de Java, un joven aprendiz de Dalang, ayudaba a su padre, el maestro Ki Grado, en la confección de delicadas marionetas de cuero para el famoso teatro de sombras Wayang Kulit.

Mientras alisaba la piel de cabra para realizar las delicadas figuras que representarían las figuras del Ramaiana, escuchaba a su padre instruir a su hermano menor.

- Kulit significa cuero, y Wayang teatro, pero también sombra, imaginación, y espíritu. No en vano un Dalang no es simplemente un titiritero, sino un maestro, un narrador que conecta a su audiencia con el mundo de los espíritus...

- ¿Por eso los hombres poderosos te llaman, padre? ¿Para ayudarles a comprender ese mundo misterioso? - preguntó el pequeño.

- Por eso, y por que los hombres poderosos quieren saber el futuro y no tienen capacidad, y la sombra señala lo que ellos normalmente no saben mirar. Pero yo ya estoy enfermo, hijo mío. Has de ayudar a tu hermano para que me suceda, y tú puedas sucederle a él, y así, ambos instruir igualmente a vuestros hijos.


El pequeño corrió hacia su hermano gritando:

- Ki Suro, Ki Suro, padre me envía a ayudarte.- El joven Dalang cogió a su hermano en volandas. Hijo de la última esposa de su padre, había llegado a la familia de forma inesperada y debido a la avanzada edad de su progenitor, prácticamente lo había criado él. Ki Suro se encontraba confeccionando su propio juego de marionetas. Ya en alguna ocasión había tenido que sustituir a su padre y se encontraba con que los viejos cueros contaban siempre las mismas historias. El eligió la piel de una enorme cabra que había pertenecido a la familia y que había tenido descendencia hasta ser bien vieja. 

- Esta chota ha dado mucha vida, y eso es lo que necesitan las nuevas marionetas. ¡Mucha vida!. Mira hermanito, ya casi está todo acabado. Ayúdame con las últimas: Están los personajes refinados o "halus", "gagahs", los vigorosos - dijo haciendo un gesto de fuerza hacia el niño provocando su risa- los toscos o "gusen", los "danawa" que son los ogros - comentó ahora agravando la voz - las "putri" , delicadas mujeres - dijo de forma engolada y abriendo y cerrando los ojos haciendo que el pequeño no parara de reir - y por último, ¡tus favoritos! - y al tiempo que levantaba una figura con cada mano y hacía con ellas cosquillas a su hermano exclamaba: - los wanara y los dhaghelan...

- ¡Los simios y payasos! -reía sin parar el pequeño.

- Ki Suro, ¡ven! ¡Apresurate! - llamó su padre desde la puerta de casa. Junto a él, un mensajero real. Ki Suro sabía qué le esperaba. Un nuevo encargo para su padre, al que tendría que acudir él.

- No importa - pensó.- Estoy preparado. Y mirando su nuevo e impecable juego de marionetas las fué embalando cuidadosamente mientras respondía - Ya voy padre. Venga hermanito, ya jugaremos luego...

Al día siguiente partió a la corte escoltado por el mensajero real y dos soldados. Durante el camino el mensajero le puso al corriente de la situación. El rey había soñado con una gran tormenta que arruinaría las cosechas si no entregaba a los dioses a una de sus tres hijas. Estaba desolado, y recurría a un Dalang para que representara la reogida de ese año y ver si la prosperidad o la catástrofe estaban representadas en su historia.

Nada más llegar, unos ojos color miel atraparon su mirada. Como una huidiza mariposa, su propietaria giró la cabeza y la vió alejarse caminando tras unas bellas mujeres ataviadas de forma lujosa. El mensajero real le comentó por lo bajo: 

- No tienes mal gusto muchacho. Es Damira, una de las doncellas acompañantes de las princesas. Las malas lenguas dicen que tiene sangre real, pues su madre, asistente de la reina, estaba desposada con un viejo y estéril noble, y su belleza era tal que ni el propio rey era capaz de disimular su admiración por ella.

Ki Suro, avergonzado, balbuceó:

- No sé a qué os referís. Si no os importa, me gustaría que me dijerais dónde puedo montar mi escenario para la representación.

- Por supuesto - contestó el mensajero riendo. Te conduciré hacia el lugar indicado para ello. Tienes dos horas para prepararlo todo.

Los preparativos del teatro de sombras eran todo un ritual para un Dalang. Además de colocar las dos estacas de banano entre las que extender la sábana, debía hablar con el Gamelan, o grupo de músicos que acompañaba la representación, y luego disponer de un tiempo de meditación para escoger las marionetas que actuarían ese día si la representación no era folclórica o cultural, como en aquel caso. Ki Suro confiaba en sus marionetas  pues estas le transmitían la historia según se iba desarrollando, y él solamente debía dejarse llevar en aquella suerte de trance que construía el guión representado.


Poco a poco fueron llegando los invitados, y tuvo la oportunidad de saludar al rey. Tras él, sus tres hijas hermosamente adornadas, y más atrás, esos ojos color miel que miraban al suelo, para fugazmente posarse sobre él, esbozando una sonrisa.

- Atención. El rey va a hablar.- Un silencio se extendió por aquél repleto patio palaciego, y en unos segundos pudo oirse la voz real.
- Muchacho, tu padre nos ha dado excelentes referencias sobre tí. No me decepciones.
- Por supuesto excelencia.- Contestó Ki Suro.- ¡Que de comienzo la historia! - Y con esta frase, señal para que los músicos comenzaran a tocar, las luces se apagaron excepto la que iluminaba la sábana tras la cual iban saliendo representadas las diferentes escenas del teatro de sombras.

Las representaciones del Wayang Kulit duraban toda la noche, y durante ese tiempo, Ki Suro representó diferentes momentos de la vida en la corte, así como la recogida de una gran cosecha, para deleite de todos los asistentes. Casi al final de la función, una de las putri que representaba a la hija mayor del rey, se tiraba por una montaña, confirmando los peores temores del monarca. 

La audiencia gritó aterrada y la mayor de las princesas se abalanzó sobre la sábana gritando:

- ¡No! ¡Embaucador!
- ¡Basta! - gritó el rey.- Muchacho, he visto bastante. Mis ministros pagarán tu trabajo. Puedes irte. Se convoca Consejo mañana para alertar a la población sobre la escasez de alimentos este invierno.



martes, 5 de agosto de 2014

Historia de un colibrí (I.El nacimiento)

El tremendo dolor de su cabeza le hace temer que un loco sádico la haya emprendido a golpes con ella, o tal vez se hubiera apoderado de su ser y pretendía acabar con su existencia cruelmente.

Poco a poco va comprendiendo que el latir de sus sienes es lo que provoca aquel agudo dolor. Y no sabe cómo, va volviendo en sí.

Un sordo zumbido en sus oídos le avisa de que algo no va bien. Tal vez le han golpeado la cabeza, o tal vez se haya caído lastimándose, pero los dolorosos latidos a ambos lados de la frente y el fuerte sonido son insoportables.

Va tomando consciencia de un desagradable sabor pastoso y pegajoso en su boca, así como de un hilillo que le cae por la comisura derecha de los labios.

Es un liquido dulce pero revenido, como una mezcla de frutas fermentada, probablemente con mucho alcohol añadido.

Intenta abrir los ojos, pegadas las pestañas entre sí, las de arriba con las de abajo, lo que, en un primer momento, agradece, pues aquella improvisada cortina le protege de los tenues pero dolorosos rayos de sol que se cuelan por un raído techo de paja.

Entumecida, sin poder mover ni un músculo, descubre la sensación de otra piel junto a la suya. Juraría que está desnuda, e intenta percibir el tacto de alguna prenda de vestir sobre su cuerpo, pero no siente nada. Solo aquella piel. Aquella suave y cálida piel junto a la suya, y, poco a poco, el sonido de una respiración.

Sobreponiéndose al zumbido y los martillazos en su cabeza, abre definitivamente los ojos, descubriendo el habitáculo en el que se encuentra. Una pequeña choza circular, construída con troncos revestidos de chamizo, y cubierta con un techo conoidal de brezo, viejo, que deja colarse los rayos del sol entre sus huecos.

Nota que está tumbada, boca abajo, los brazos extendidos y cruzados sobre su cabeza, y quiere incorporarse, pero no puede moverse. Un fuerte dolor hace que dirija su mirada hacia sus manos, y allí, en el dorso de ambas, sendas alas de colibrí inician un baile hipnótico que le marea y regresa, con un nuevo golpe al dejar caer su cabeza en el suelo, al mundo de los sueños.



lunes, 4 de agosto de 2014

Colores de mujer

Rojo fuego
dolor y rabia
inundan tu cuerpo
mujer esclava

Blanco etéreo
magia desplegada
invaden tu alma
mujer chamana

Rosa intenso
belleza inusitada
irradia tu rostro
mujer liberada

Rojo bermellón
fruta escarchada
boca sensual
de mujer apasionada

Marrón y miel
mirada exploradora
filtros de satén
mujer estudiadora

Azul de acero
dagas y espadas
voluntad de hierro
mujer batallada

Vuela tu alma
siente tu ser
vence tu mal
calma tu sed

Ojos azules
nieve en la piel
mirada de lobo 
corazón de mujer
recorre los sueños 
te viene a ver

Vuela tu alma
siente tu ser
vence tu mal
calma tu sed

20140804  para O.


Cruce de caminos

Pensaba sin cesar en aquella cruz, coronada en tridentes. El bronce tornado azul turquesa fruto de la exposición a la intemperie, y aquellos pequeños picos que se me clavaban en el alma.

No podía quitármela de la cabeza, ni tampoco sabía por qué.

Recuperando la respiración, después de aquel despertar sobresaltado, recordé por unos breves instantes qué me había provocado semejante estado de excitación.

De nuevo ese sueño, ese cruce de caminos, ese cruce marcado con aquella cruz coronada en tridentes que había tornado en azul turquesa. Y la misma sensación, aquella que me oprimía cual yunque forjador de la cruz y que me obligaba a seguir, pero no sabía por dónde.

¿Dónde conduce cada camino?
¿Cómo elegir el adecuado?
¿Qué encontraré en el sendero elegido?
¿Qué dejaré atrás?
¿Para qué he llegado hasta aquí?
¿Qué pasa si continúo por el mismo sitio?

Y de nuevo, las taquicardias, tremenda tamborada en el pecho, Calanda entera sacudiendo mi ser. El pánico. El abismo. Los cuatro caminos girando en una ruleta de la vida, aunque solo dos, solo dos de ellos, me robaban el aliento.

Aquel que continuaba mi camino de origen, aquel que, aunque polvoriento, aparecía como sendero conocido, que aunque seco y agotador, era cómodo, pues en él cabía enfilar un pie delante del otro, y dejarme llevar.

Y el otro, ese que venía no se sabe bien de dónde, pero que se había cruzado ahí, de manera inesperada, señalado por aquella cruz coronada en tridentes.

¿Qué significa?

Ese camino parece boscoso, selvático, muy verde, muy fresco, ese camino está oculto tras la bruma, y desde su interior llegan sonidos ininteligibles, tal vez de cantos de pájaros, tal vez de susurros de hojas al chocar, tal vez de arroyos corriendo a su vera, o tal vez son voces de ultratumba avisándome de que no lo tome.

Me atrae, me provoca, me devora, quiero dejarlo atrás pero no puedo, y quiero avanzar por él pero un terrible dolor me atenaza el cuello y el corazón.

Y entonces Calanda entera en mi interior comienza de nuevo su tamborada, mi cabeza palpita, mis oidos estallan, me encojo, me remuevo, quiero gritar pero no puedo.

Mi voz secuestrada por mi ego, amordazada y enjaulada, sometida, maltratada, no puede salir, y, empapada en sudor, al borde del desmayo, miro aquella cruz y descubro su sombra. Y su sombra señala.

Tres pequeños picos se me clavan en el pecho, mi corazón late con fuerza y mis ojos derraman ríos de alma.

Y entonces despierto. Sola. Llorando. Con el recuerdo de aquella cruz coronada por un tridente que contiene todo: el tres, el mensaje, la indicación, señalando el camino con su sombra.



20140802 Santiago

Me lo dijo el Duero

Olor a tostadas
caricias de cafe
mantequilla de baladas
infusiones de tu piel

Zumo de sonrisas
besos de miel
abrazos de arandanos
croissants y pastel

El sol en las sábanas
color, luz y te
cosquillas en la almohada
se mezclan con cafe

A la orilla del camino
el Duero contomé
hay una burgalesa
a la que quiero bien
desayunos de reina
se merece su ser
susurra su nombre
y dice Maribel

20140724  en el camino para M.


Besos de fresa y mango

Palabras de oro
llaves de plata
abren las puertas
encuentran las almas
baila la brisa
compases de tango
y besos de fresa y mango

Duerme el sol
sueña el mar
un torbellino
los quiere llevar
Rie la luna
llueve belleza
y besos de mango y fresa

Despliega la vida
magia a su paso
transcurre el tiempo
quiero pararlo
vuela el amor
en vino flotando
y en besos de fresa y mango

20140709



Mar Muerto

Arriba, ligera, elevada
sin conocer lo que hay dentro
densa, salina, me mantiene este agua
denso, salino, me empuja el Mar Muerto

Quiero entrar, quiero sumergirme
llegar hasta el fondo, tocar suelo
quiero atravesar, conocer, permitirme
encontrar la emoción, el alma, el anhelo

Pero no puedo, lucho, lo intento
el agua y la sal, escudo invisible
durante años mantienen con celo

un fondo baldío, indescriptible.
Llegar hasta allí ahora no puedo,
o quizá sí. No quiero rendirme

20140607 morning pages


Ecológico

Una ventana sin cristales abrigaba la calurosa habitación de invierno.

-    Y esto, ¿para qué se supone que es?
-    Es el cuarto de invierno. La caldera está fuera. Los anteriores propietarios quitaron los cristales de la ventana para beneficiarse del calor de la caldera en funcionamiento.
-   Pero ahora tiene calefacción, ¿no? – Pregunté, interrogándome, a la vez, a mí misma, sobre el sentido de aquellas preguntas.
-    Sí. De suelo radiante.

Me quedé observando la extraña distribución de aquel apartamento, resultado de decenas de reformas sin lógica alguna entre ellas, una sobre otra, como en la mayoría de los pisos del centro.

-   ¿Quieres ver algo más? Tengo otra visita en cinco minutos.

Tenía mis ojos clavados en el suelo. Sentí un nudo en la garganta. Nada había sido como esperaba.

-    No gracias, creo que es suficiente. – contesté.
-   Aquí tienes los planos, los pagos de la comunidad, las fotos y toda la información de interés. Si tomas una decisión, llámame para presentar una oferta al propietario.
-    Y ¿ya está?
-    Claro, a no ser que tengas alguna pregunta.

Por primera vez me miró a los ojos, aquellos que recordaba chispeantes, alegres, mágicos, y que hoy se mostraban fríos, distantes. Mantuve su mirada. Me acerqué a él.

-   Mi pregunta es si vamos a continuar con esta farsa. – dio un pequeño respingo hacia atrás, rechazando mi cercanía.
-   Yo sólo hago mi trabajo. Llamaste a la agencia para visitar este piso. Ya te lo he enseñado. Espero que mis servicios hayan sido de tu agrado.
-    Era la única forma de verte. Necesitaba verte. ¿Qué nos ha pasado?

Di de nuevo un paso hacia él, extendí mis manos hacia las suyas. No se movió.

-    No ha pasado nada, Ana. Tú tienes tu vida, tu historia, no sé qué hacemos hablando aún.
-   Pero ¡tú estás ahora en mi historia! – Mi voz sonó desesperada, implorante. Soltó suavemente mis manos, recogió su carpeta, y mirándome concluyó:
-    Así es más ecológico.- besó mi mejilla y susurró: - cuídate.



Así que todo fue en vano. Vacuo. Vacío. Sin contenido. Sin utilidad. Inútil. Todo fue inútil. Como soplar al viento. Como llorarle al agua. Como gritar a un sordo. Como caminar en círculos. Volviendo al mismo lugar. Pero peor. 

20140629 historia en tres comienzos




El torbellino


Ya viene
me eleva
me remueve
me marea

Ya viene
me llena
me vacía
me envenena

Ya viene
me empuja
a las nubes
a la lluvia

Me sube
me baja
me acelera
me para

Y luego
la sonrisa
el sueño
la vida
escribo
lo encuentro
el camino
lo veo

20140627

Dícese de la Fuerza y la Valentía

Dos horizontal: Dícese del río que tiene numerosas fuentes, una parte baja y una alta, una parte blanca y otra azul y atraviesa el País de las Pirámides.



El Nilo aquel año venía crecido. 

Probablemente la cosecha sería espléndida y los festejos se sucederían durante todo el verano. Todo el mundo hablaba de ello, se entretenían fantaseando y preguntándose qué nuevos fastos idearía el faraón para agradecer tanta abundancia a los dioses.

Escuchando las conversaciones de sus compañeros artesanos, entre el tintineo de los cinceles y de los escoplos, sonreía. Le gustaba escuchar y aprender de los demás. Casi nunca hablaba. Ya era complicado sobrevivir en aquel competitivo y cruel mundo sin llamar la atención. No podía permitirse hacerlo.


Uno horizontal: Dícese de la palabra que nombra un sonido y se utiliza de manera escrita o verbal para referirse al propio sonido o a algo que lo represente.



Quej- Quej se había integrado perfectamente en el grupo de artesanos que trabajaban en esa parte del Templo. Todos escultores de bajo-relieves, de reconocido prestigio en aquella zona del alto Egipto. En los dos años que llevaba con ellos, se habían acostumbrado al sonriente, hábil y silencioso muchacho, y trabajaban con normalidad con él, pese a que no hablara. De vez en cuando un susurro precedido por su nerviosa y característica tos. Quej-Quej. (1 Nda).

El templo estaba quedando imponente. Quej-quej observó el camino plagado de esfinges, o lo que un día serían unos bellos y temibles seres, mitad león y mitad carnero. Un fascinante cortejo para custodiar y dar la bienvenida al más grande y sagrado templo de cuantos podrían encontrarse en Tebas.
 


(1)     Nota del Autor: El egipcio es una de las lenguas más onomatopéyicas que se conocen. Quej Quej en egipcio significa “tos”.



Tres horizontal: Dícese del libro sagrado de los egipcios, que relata la entrada al mundo de los dioses. El libro de los “-“.



Volviendo de nuevo a su tarea, Quej-quej se centró en la escena que estaba esculpiendo. Aquella extraída del Libro de los Muertos y que no podía ser finalizada. 

Miró a los soldados ya terminados, su postura hierática, blandiendo sus lanzas, haciendo hueco para la figura del escriba mientras éste esperaba que su corazón fuera pesado para entrar por las puertas del inframundo. Anubis, el chacal, dando solemnidad a la escena. La balanza, protagonista, conteniendo el corazón de quien era juzgado en el platillo de la izquierda, y la pluma de Maat, la diosa de la justicia, en el de la derecha. Si el corazón pesaba más que la pluma, si ese corazón escondía algo que compitiese con la ligereza del alma, una bestia quimérica mitad cocodrilo mitad león, devoraría al hereje y le sería negada la entrada al mundo de los dioses.

La escena casi estaba acabada. Neptá, el Gran Maestro, le había pedido que no cincelara al escriba. Repasó todos los detalles y comprobó que eran perfectos. 

Quej-Quej era autodidacta. Cincelaba desde su niñez, que había pasado buscando piedras en los desiertos y canteras, aquellas desechadas por defectuosas. Había practicado una y otra vez, con pertinaz insistencia, en la clandestinidad, hasta conseguir la pericia de los más ancianos maestros a quienes había observado con devoción mientras les llevaba agua en las duras jornadas de trabajo.

Y así pasaron los años, y entendió que esa era la voluntad de los dioses, que se dedicara a ello, por lo que un día, cortó su cabello, robó una sencilla túnica para abandonar las ropas que le ataban a la esclavitud, y pidió entrar como aprendiz en el Templo.

Neptá, el Gran Maestro, le miró con suspicacia:

-          No te conozco. ¿De dónde vienes?
Quej Quej dibujó el Nilo en el suelo y señaló su parte baja. Hacia el norte.
-          Entiendo. – dijo el maestro - ¿Qué te ocurre en la voz? ¿Eres mudo?
-          No. – Susurró Quej-Quej, a la vez que tosía de forma nerviosa. – Pero mi garganta no está bien. Hablo así desde niño y prefiero no tener que hacerlo. Me duele. – continuó en el mismo tono de voz.
-         Está bien. Tu trabajo es magnífico. No tengo mucho que ofrecerte, tendrás que buscar tu propio alojamiento, todas las casas de los artesanos están ocupadas. Cada día vendrás a verme pues te reservaré escenas que otros no comprenderían. Aprenderás un nuevo lenguaje que solo utilizarás conmigo, con tu voz susurrante. Y así nos comunicaremos. (2 Nda)
-          Sí Gran Maestro.


(2 Nda) Nota del Autor: Recientes descubrimientos nos hablan del gusto de los egipcios por la creación de lenguas. Los jeroglíficos no son sino formas de representarlas.


Cuatro Horizontal: Dícese del lenguaje cifrado que solo unos cuantos pueden utilizar por conocer su código.



Quej Quej se acostumbró enseguida a aquel juego propuesto por su maestro. Este le confiaba las escenas más sagradas del Libro de los Muertos y siempre le hacía modificar algo. Un guiño para cambiar la historia, una excusa, quizá, para pasar a la posteridad. Como aquel extraño personaje con su cabeza metida en una suerte de burbuja. “Escafandra”, decía el maestro con su lenguaje inventado.

El sol tocaba su punto más alto y el Gran Maestro se apareció frente a él.

-          Quej Quej, saludoso ramsdía para ti.
-          Saludoso ramsdía, Gran Magicuásico.
-          Llegora de sapisnacer la figurola altar.
-          Gran magicuásico. Todacosa es paradisposta.
-          Ramsea.

El Gran Maestro sacó su mano izquierda del interior de la túnica. Muy apretado, tenía un papiro, que extendió a Quej Quej. El artesano lo cogió. Esperaba, como en otras ocasiones, el boceto de su maestro, indicando lo que quería que representara, unas simples líneas que luego él convertiría en una escena fastuosa y bella. Y allí las encontró.

El escriba sería sustituído por otro artesano. Un escultor.
Pero este escultor tenía los ojos grandes y pintados, los labios turgentes, la túnica ajustada, los pechos ceñidos por la misma. Era un escultor con cuerpo de mujer. Una mujer con un oficio prohibido que debía presentarse ante Anubis para pesar su corazón hereje.

Quej Quej le miró y una lágrima resbaló por su mejilla. Contra todo pronóstico, la siguiente escena representaba a la escultora escoltada por Anubis al inframundo, pues su corazón había pasado la prueba. Había sido más ligero que la pluma de Maat.

-          Gran Magicuásico… - susurró Quej Quej…

El Gran Maestro cerró sus labios con un beso.

-          Historias serendilíricas de cuores valientosos, han de ser narratalladas para la eterlicidad.


Uno vertical: Dícese de la fuerza y la valentía de quienes luchan por lo que quieren y deciden entregar su vida a ello. 



20140621 pirueta técnica