Dos
horizontal: Dícese del río que tiene numerosas
fuentes, una parte baja y una alta, una parte blanca y otra azul y atraviesa el
País de las Pirámides.
El Nilo aquel año venía
crecido.
Probablemente la cosecha sería espléndida y los festejos se sucederían
durante todo el verano. Todo el mundo hablaba de ello, se entretenían
fantaseando y preguntándose qué nuevos fastos idearía el faraón para agradecer
tanta abundancia a los dioses.
Escuchando las
conversaciones de sus compañeros artesanos, entre el tintineo de los cinceles y
de los escoplos, sonreía. Le gustaba escuchar y aprender de los demás. Casi
nunca hablaba. Ya era complicado sobrevivir en aquel competitivo y cruel mundo
sin llamar la atención. No podía permitirse hacerlo.
Uno
horizontal: Dícese de la palabra que nombra un
sonido y se utiliza de manera escrita o verbal para referirse al propio sonido
o a algo que lo represente.
Quej- Quej se había
integrado perfectamente en el grupo de artesanos que trabajaban en esa parte
del Templo. Todos escultores de bajo-relieves, de reconocido prestigio en
aquella zona del alto Egipto. En los dos años que llevaba con ellos, se habían
acostumbrado al sonriente, hábil y silencioso muchacho, y trabajaban con
normalidad con él, pese a que no hablara. De vez en cuando un susurro precedido
por su nerviosa y característica tos. Quej-Quej. (1 Nda).
El templo estaba
quedando imponente. Quej-quej observó el camino plagado de esfinges, o lo que
un día serían unos bellos y temibles seres, mitad león y mitad carnero. Un
fascinante cortejo para custodiar y dar la bienvenida al más grande y sagrado
templo de cuantos podrían encontrarse en Tebas.
(1)
Nota del Autor: El egipcio es una de las
lenguas más onomatopéyicas que se conocen. Quej Quej en egipcio significa
“tos”.
Tres
horizontal: Dícese del libro sagrado de los
egipcios, que relata la entrada al mundo de los dioses. El libro de los “-“.
Volviendo de nuevo a su
tarea, Quej-quej se centró en la escena que estaba esculpiendo. Aquella
extraída del Libro de los Muertos y que no podía ser finalizada.
Miró a los
soldados ya terminados, su postura hierática, blandiendo sus lanzas, haciendo hueco
para la figura del escriba mientras éste esperaba que su corazón fuera pesado
para entrar por las puertas del inframundo. Anubis, el chacal, dando solemnidad
a la escena. La balanza, protagonista, conteniendo el corazón de quien era
juzgado en el platillo de la izquierda, y la pluma de Maat, la diosa de la
justicia, en el de la derecha. Si el corazón pesaba más que la pluma, si ese corazón
escondía algo que compitiese con la ligereza del alma, una bestia quimérica
mitad cocodrilo mitad león, devoraría al hereje y le sería negada la entrada al
mundo de los dioses.
La escena casi estaba
acabada. Neptá, el Gran Maestro, le había pedido que no cincelara al escriba.
Repasó todos los detalles y comprobó que eran perfectos.
Quej-Quej era
autodidacta. Cincelaba desde su niñez, que había pasado buscando piedras en los
desiertos y canteras, aquellas desechadas por defectuosas. Había practicado una
y otra vez, con pertinaz insistencia, en la clandestinidad, hasta conseguir la
pericia de los más ancianos maestros a quienes había observado con devoción
mientras les llevaba agua en las duras jornadas de trabajo.
Y así pasaron los años,
y entendió que esa era la voluntad de los dioses, que se dedicara a ello, por
lo que un día, cortó su cabello, robó una sencilla túnica para abandonar las
ropas que le ataban a la esclavitud, y pidió entrar como aprendiz en el Templo.
Neptá, el Gran Maestro,
le miró con suspicacia:
-
No te conozco. ¿De dónde vienes?
Quej Quej dibujó el Nilo
en el suelo y señaló su parte baja. Hacia el norte.
-
Entiendo. – dijo el maestro - ¿Qué te
ocurre en la voz? ¿Eres mudo?
-
No. – Susurró Quej-Quej, a la vez que
tosía de forma nerviosa. – Pero mi garganta no está bien. Hablo así desde niño
y prefiero no tener que hacerlo. Me duele. – continuó en el mismo tono de voz.
- Está bien. Tu trabajo es magnífico. No
tengo mucho que ofrecerte, tendrás que buscar tu propio alojamiento, todas las
casas de los artesanos están ocupadas. Cada día vendrás a verme pues te
reservaré escenas que otros no comprenderían. Aprenderás un nuevo lenguaje que
solo utilizarás conmigo, con tu voz susurrante. Y así nos comunicaremos. (2
Nda)
-
Sí
Gran Maestro.
(2
Nda) Nota del Autor: Recientes descubrimientos nos hablan del gusto de los
egipcios por la creación de lenguas. Los jeroglíficos no son sino formas de
representarlas.
Cuatro
Horizontal: Dícese del lenguaje cifrado que solo
unos cuantos pueden utilizar por conocer su código.
Quej Quej se acostumbró
enseguida a aquel juego propuesto por su maestro. Este le confiaba las escenas
más sagradas del Libro de los Muertos y siempre le hacía modificar algo. Un
guiño para cambiar la historia, una excusa, quizá, para pasar a la posteridad.
Como aquel extraño personaje con su cabeza metida en una suerte de burbuja.
“Escafandra”, decía el maestro con su lenguaje inventado.
El sol tocaba su punto
más alto y el Gran Maestro se apareció frente a él.
-
Quej Quej, saludoso ramsdía para ti.
-
Saludoso ramsdía, Gran Magicuásico.
-
Llegora de sapisnacer la figurola altar.
-
Gran magicuásico. Todacosa es
paradisposta.
-
Ramsea.
El Gran Maestro sacó su
mano izquierda del interior de la túnica. Muy apretado, tenía un papiro, que
extendió a Quej Quej. El artesano lo cogió. Esperaba, como en otras ocasiones,
el boceto de su maestro, indicando lo que quería que
representara, unas simples líneas que luego él convertiría en una escena
fastuosa y bella. Y allí las encontró.
El escriba sería
sustituído por otro artesano. Un escultor.
Pero este escultor
tenía los ojos grandes y pintados, los labios turgentes, la túnica ajustada, los pechos
ceñidos por la misma. Era un escultor con cuerpo de mujer. Una mujer con un
oficio prohibido que debía presentarse ante Anubis para pesar su corazón hereje.
Quej Quej le miró y una
lágrima resbaló por su mejilla. Contra todo pronóstico, la
siguiente escena representaba a la escultora escoltada por Anubis al
inframundo, pues su corazón había pasado la prueba. Había sido más ligero que
la pluma de Maat.
-
Gran Magicuásico… - susurró Quej Quej…
El Gran Maestro cerró
sus labios con un beso.
-
Historias
serendilíricas de cuores valientosos, han de ser narratalladas para la
eterlicidad.
Uno
vertical: Dícese de la fuerza y la valentía de quienes luchan
por lo que quieren y deciden entregar su vida a ello.
20140621 pirueta técnica
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