El hombre enigma

Le llamaban el hombre enigma. Por que solo hablaba con enigmas. Dejando la pregunta sobre la mesa, para que cada cual la abrazara desde su interior. Para hacer de la duda lo que cada uno quisiera. Para beberla y llevarla dentro de su ser. Para cuestionar y cuestionarse sin fin.

Esa duda le acompañaba como un grueso manto, como un eterno misterio, que se reproducía por doquier.

Llevaba una mochila cargada de interrogantes, y las iba regalando allá donde iba, llenando de incertidumbre las calles, las casas y las vidas de quienes se encontraba. De aquellos pobres hombres cuya existencia era tan difícil que se conformaban con tener cualquier pequeña certeza, quizá una verdad a medias.

Pero él les arrebataba aquella insignificante calma, queriendo ofrecerles la más inquietante de las cuestiones, reconfortado mientras pensaba el enorme bien que llevaba a aquellas automáticas vidas.

Sin embargo ella cambió la pregunta. ¿Acaso no es un tímido rayo de sol suficiente para agarrarse a este día?

20141015