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Nací de un torbellino en el que volaban unos perros, unos leones, diez mil budas, tres selvas, una cascada, cientos de esfinges, un mago, una chamana, un gusano, una mariposa y una libélula, mil significantes y un significado, lo real, lo simbólico y Jerusalén. Y como el viento que arrancó las hojas rojas, verdes y azules del guanaco para crear al sagrado pájaro quetzal, quiso el torbellino que despertara el cuerpo y danzara la mente para ver nacer el mito.

lunes, 4 de agosto de 2014

Dícese de la Fuerza y la Valentía

Dos horizontal: Dícese del río que tiene numerosas fuentes, una parte baja y una alta, una parte blanca y otra azul y atraviesa el País de las Pirámides.



El Nilo aquel año venía crecido. 

Probablemente la cosecha sería espléndida y los festejos se sucederían durante todo el verano. Todo el mundo hablaba de ello, se entretenían fantaseando y preguntándose qué nuevos fastos idearía el faraón para agradecer tanta abundancia a los dioses.

Escuchando las conversaciones de sus compañeros artesanos, entre el tintineo de los cinceles y de los escoplos, sonreía. Le gustaba escuchar y aprender de los demás. Casi nunca hablaba. Ya era complicado sobrevivir en aquel competitivo y cruel mundo sin llamar la atención. No podía permitirse hacerlo.


Uno horizontal: Dícese de la palabra que nombra un sonido y se utiliza de manera escrita o verbal para referirse al propio sonido o a algo que lo represente.



Quej- Quej se había integrado perfectamente en el grupo de artesanos que trabajaban en esa parte del Templo. Todos escultores de bajo-relieves, de reconocido prestigio en aquella zona del alto Egipto. En los dos años que llevaba con ellos, se habían acostumbrado al sonriente, hábil y silencioso muchacho, y trabajaban con normalidad con él, pese a que no hablara. De vez en cuando un susurro precedido por su nerviosa y característica tos. Quej-Quej. (1 Nda).

El templo estaba quedando imponente. Quej-quej observó el camino plagado de esfinges, o lo que un día serían unos bellos y temibles seres, mitad león y mitad carnero. Un fascinante cortejo para custodiar y dar la bienvenida al más grande y sagrado templo de cuantos podrían encontrarse en Tebas.
 


(1)     Nota del Autor: El egipcio es una de las lenguas más onomatopéyicas que se conocen. Quej Quej en egipcio significa “tos”.



Tres horizontal: Dícese del libro sagrado de los egipcios, que relata la entrada al mundo de los dioses. El libro de los “-“.



Volviendo de nuevo a su tarea, Quej-quej se centró en la escena que estaba esculpiendo. Aquella extraída del Libro de los Muertos y que no podía ser finalizada. 

Miró a los soldados ya terminados, su postura hierática, blandiendo sus lanzas, haciendo hueco para la figura del escriba mientras éste esperaba que su corazón fuera pesado para entrar por las puertas del inframundo. Anubis, el chacal, dando solemnidad a la escena. La balanza, protagonista, conteniendo el corazón de quien era juzgado en el platillo de la izquierda, y la pluma de Maat, la diosa de la justicia, en el de la derecha. Si el corazón pesaba más que la pluma, si ese corazón escondía algo que compitiese con la ligereza del alma, una bestia quimérica mitad cocodrilo mitad león, devoraría al hereje y le sería negada la entrada al mundo de los dioses.

La escena casi estaba acabada. Neptá, el Gran Maestro, le había pedido que no cincelara al escriba. Repasó todos los detalles y comprobó que eran perfectos. 

Quej-Quej era autodidacta. Cincelaba desde su niñez, que había pasado buscando piedras en los desiertos y canteras, aquellas desechadas por defectuosas. Había practicado una y otra vez, con pertinaz insistencia, en la clandestinidad, hasta conseguir la pericia de los más ancianos maestros a quienes había observado con devoción mientras les llevaba agua en las duras jornadas de trabajo.

Y así pasaron los años, y entendió que esa era la voluntad de los dioses, que se dedicara a ello, por lo que un día, cortó su cabello, robó una sencilla túnica para abandonar las ropas que le ataban a la esclavitud, y pidió entrar como aprendiz en el Templo.

Neptá, el Gran Maestro, le miró con suspicacia:

-          No te conozco. ¿De dónde vienes?
Quej Quej dibujó el Nilo en el suelo y señaló su parte baja. Hacia el norte.
-          Entiendo. – dijo el maestro - ¿Qué te ocurre en la voz? ¿Eres mudo?
-          No. – Susurró Quej-Quej, a la vez que tosía de forma nerviosa. – Pero mi garganta no está bien. Hablo así desde niño y prefiero no tener que hacerlo. Me duele. – continuó en el mismo tono de voz.
-         Está bien. Tu trabajo es magnífico. No tengo mucho que ofrecerte, tendrás que buscar tu propio alojamiento, todas las casas de los artesanos están ocupadas. Cada día vendrás a verme pues te reservaré escenas que otros no comprenderían. Aprenderás un nuevo lenguaje que solo utilizarás conmigo, con tu voz susurrante. Y así nos comunicaremos. (2 Nda)
-          Sí Gran Maestro.


(2 Nda) Nota del Autor: Recientes descubrimientos nos hablan del gusto de los egipcios por la creación de lenguas. Los jeroglíficos no son sino formas de representarlas.


Cuatro Horizontal: Dícese del lenguaje cifrado que solo unos cuantos pueden utilizar por conocer su código.



Quej Quej se acostumbró enseguida a aquel juego propuesto por su maestro. Este le confiaba las escenas más sagradas del Libro de los Muertos y siempre le hacía modificar algo. Un guiño para cambiar la historia, una excusa, quizá, para pasar a la posteridad. Como aquel extraño personaje con su cabeza metida en una suerte de burbuja. “Escafandra”, decía el maestro con su lenguaje inventado.

El sol tocaba su punto más alto y el Gran Maestro se apareció frente a él.

-          Quej Quej, saludoso ramsdía para ti.
-          Saludoso ramsdía, Gran Magicuásico.
-          Llegora de sapisnacer la figurola altar.
-          Gran magicuásico. Todacosa es paradisposta.
-          Ramsea.

El Gran Maestro sacó su mano izquierda del interior de la túnica. Muy apretado, tenía un papiro, que extendió a Quej Quej. El artesano lo cogió. Esperaba, como en otras ocasiones, el boceto de su maestro, indicando lo que quería que representara, unas simples líneas que luego él convertiría en una escena fastuosa y bella. Y allí las encontró.

El escriba sería sustituído por otro artesano. Un escultor.
Pero este escultor tenía los ojos grandes y pintados, los labios turgentes, la túnica ajustada, los pechos ceñidos por la misma. Era un escultor con cuerpo de mujer. Una mujer con un oficio prohibido que debía presentarse ante Anubis para pesar su corazón hereje.

Quej Quej le miró y una lágrima resbaló por su mejilla. Contra todo pronóstico, la siguiente escena representaba a la escultora escoltada por Anubis al inframundo, pues su corazón había pasado la prueba. Había sido más ligero que la pluma de Maat.

-          Gran Magicuásico… - susurró Quej Quej…

El Gran Maestro cerró sus labios con un beso.

-          Historias serendilíricas de cuores valientosos, han de ser narratalladas para la eterlicidad.


Uno vertical: Dícese de la fuerza y la valentía de quienes luchan por lo que quieren y deciden entregar su vida a ello. 



20140621 pirueta técnica

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