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Nací de un torbellino en el que volaban unos perros, unos leones, diez mil budas, tres selvas, una cascada, cientos de esfinges, un mago, una chamana, un gusano, una mariposa y una libélula, mil significantes y un significado, lo real, lo simbólico y Jerusalén. Y como el viento que arrancó las hojas rojas, verdes y azules del guanaco para crear al sagrado pájaro quetzal, quiso el torbellino que despertara el cuerpo y danzara la mente para ver nacer el mito.

miércoles, 27 de agosto de 2014

El virus

- Ministra, ¿se encuentra bien?

Una nueva nausea le vino a la boca, y, sin poderlo controlar, su estómago intentó proyectarse sobre el inodoro, sin nada más que ofrecerle que una amarga bilis, un ácido que le quemaba por dentro, y una nueva convulsión, arrojando solo angustia, para traerla de nuevo a aquella surrealista realidad.

- Ministra, conteste - increpaba de nuevo Juan Luis aporreando la puerta del aseo.

- Si, si... ya voy - se oyó del otro lado. Sin apenas fuerzas, se incorporó comprobando que, a duras penas podía mantener el equilibrio. Antes de abrir la puerta, estiró sus ropas comprobando que el vómito había salpicado su blusa. Salió como si nada hubiera pasado, fijando su vista en el espejo mientras secaba sus lágrimas con la palma de la mano extendiéndose involuntariamente el rimmel por la cara.

- Ministra... - repitió Juan Luis.

- Un momento, un momento... ya estoy.

Abrió el grifo del lavabo llevándose el agua con ambas manos a la cara, intentando mostrar el aspecto más digno posible mientras intentaba arreglar el maquillaje con las toallitas de secar las manos.

- Digale a Amalia que me traiga la otra blusa del armario de mi despacho, por favor.

- Ministra, el presidente sigue al teléfono - dijo Juan Luis extendiéndole el móvil.

- Deme, avise a Amalia, por favor. - se acercó el móvil al oído, y carraspeando, consiguió articular: - dime, estoy bien.

- Tranquila, lo entiendo - se oyó al otro lado -. ¿Estás bien de verdad?

- Si. - mintió. - No lo puedo entender, pero haré lo que sea necesario.

- Lo sé, confío en tí. Es importante que desaparezcas unos días, no estés disponible para los medios.

- ¿Sabes a lo que nos exponemos, verdad? La oposición nos machacará, la prensa, la opinión pública, y eso contando con que no pase nada.

- No va a pasar nada - la interrumpió.- Ese es tu cometido. Por el resto no te preocupes. Ningún partido va a hablar de esto, ya está controlado. Todos saben de dónde viene la orden. No hay opción. Y en cuanto a la prensa, salvo algún ruido en las redes sociales, mutis. Todas las agencias tienen los guiones de lo que se ha de contar.

Se quedó pensando. Era cierto, nada salía cuando lo controlaban desde el principio. Los casos de corrupción, los asuntos reales, el tres por ciento... 

Y empezar a maquinar sobre la influencia de las grandes multinacionales farmacéuticas era digno de un guión de Robin Cook. Cuando la OMS diera la autorización para comercializar la vacuna experimental, no probada en humanos, todo el mundo celebraría la decisión. Lo importante era que no pasara nada... y tenía que traer aquel virus letal a casa. 

- ¿Por qué nosotros? 

- Ha sido casualidad. Era importante traerlo al primer mundo. Uno de los infectados es español. No tenemos más remedio. Luego saldrán más casos. 

- Entiendo. Cuenta conmigo.

- Sin duda. Durará solo unos días. No se va a curar. Prepara todo y aprovecha para dar una buena imagen. Nos irá bien cara a las elecciones. Y descansa. Cualquier cosa me llamas.

- Claro. Haré lo que tenga que hacer. Hablamos. - y colgando el teléfono se dirigió a Juan Luis. - llama a todos, tenemos trabajo.

20140827 escrito dialogado.



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